La pandemia del coronavirus ha familiarizado como nunca antes a la población general y los profesionales de la salud con cifras de riesgo y letalidad, en lo habitual restringida a los epidemiólogos. Podemos apreciar así en su verdadera dimensión en la semana de la muerte súbita a esta forma que suma 40.000 casos anuales en la Argentina.
“Nueve de cada diez de estos casos se atribuyen a infartos de miocardio en las primeras horas de evolución por arritmias como la fibrilación ventricular. Cuando un infarto cursa esa arritmia en el hospital, el 95% de los pacientes se recupera sin daño por la aplicación de maniobras rápidas de desfibrilación. Pero fuera del contexto hospitalario, se requiere la combinación de personas entrenadas en masaje cardíaco y el rápido acceso a un desfibrilador”, explicó el Dr. Carlos Tajer, jefe de la Unidad Coronaria del HEC.
Hay una ley que promueve el entrenamiento de los adolescentes en las escuelas secundarias en el aprendizaje de las maniobras, y otras que obligan a la disponibilidad de cardiodesfibriladores automáticos en lugares públicos, pero todavía estamos lejos de que estas medidas alcancen una masa crítica. El Hospital El Cruce ha emprendido desde su creación la promoción de cursos de resucitación con miles de participantes con impacto poblacional. Es también uno de los centros públicos más activos en la colocación de cardiodesfibriladores implantables en pacientes de alto riesgo. El nuevo desafío que ha emprendido en conjunto con la Universidad Jauretche es un programa de detección precoz del infarto con la provisión de electrocardiógrafos a los centros de atención primaria de la salud y su envío a la Unidad Coronaria del hospital para articular una estrategia adecuada. Este proyecto de investigación en implementación puede ayudar a programar políticas públicas para la prevención de la muerte súbita a través de la atención primaria de la salud. Y no olvidar que la primera estrategia y la más relevante para prevenir la muerte súbita es el control de los factores de riesgo cardiovasculares, como el tabaquismo, la hipertensión, el colesterol elevado, el sedentarismo y la obesidad.